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dijous, 22 de setembre del 2016
Memorial de Ayotzinapa, de Mario Bojórquez.
Mario Bojórquez es uno de los poetas americanos más interesantes de la actualidad. Lo dice Ledo Ivo, lo dice Eduardo Lizalde, Mario Meléndez. Bojórquez és de una población costera -Los Mochis, estado de Sinaloa, México- y como poeta ha publicado una obra ingente. Destacaría “El rayo y la memoria” que recoge su obra de juventud, “El deseo postergado”, “Y2K” -uno de los libros más experimentales, brillante y arriesgado que he leido últimamente-. “Hablar sombras” y este último “Memorial de Ayotzinapa”. Ha ganado premios importantes como los “Premios de Bellas Artes de Literatura en Poesía Aguascalientes” o el “Premio Alhambra de Poesía Americana”. También es un gran activista y promueve la revista Círculo de Poesia, -una revista literaria on-line que ha recibido más de dos millones de visitas- y festivales de primera magnitud en México como “El Encuentro Internacional de Poesia Ciudad de México”. Ha traducido obras del catalán al español como: “El preludio”, o “Han venido unos amigos” del poeta Antoni Marí, o “La lengua lemosina: antología de la nueva poesía catalana” que recoge una muestra de la poesía contemporanea catalana.
Sus poemas versan sobre los hechos que le sobrecogen y conmueven. Mario ha vivido mucho y expresa en versos sinceros su experiencia vital sobre el amor, la entrega, la espiritualidad y el poder. La condición humana está presente en todo momento con referentes de la tradición que conoce y comparte, no se aparta ni un milímetro de una intencionalidad concienciadora y una ácida mirada ante la ausencia de humanidad.
“Memorial de Ayotzinapa” es un libro que consta de dos partes. El titulado “Memorial de Ayotzinapa” y “Cuaderno de perdedores”. La primera parte hace referencia al mito creacional de Quetzalcóatl, a partir de “la Versión del náhuarl” de Miguel León Portilla, Manuscrito de 1558, Códice Florentino. Un mito que para la poesía catalana ya trató Agustí Bartra desde su exilio en México. En el prólogo de Bartra a su “Quetzalcóatl” nos deja esta imagen que explica la belleza y complejidad del mito: “Vaig haver de despullar-me de moltes coses per tal de poder submergir-me en el poema, on el fonamental m'esperava: els temes a l'entorn dels quals jo havia voltat sempre: Amor, Temps i Mort. No em calia res més per cantar la vida”. “Tuve que desnudarme de muchas cosas para poder sumergirme en el poema, donde el fundamento me esperaba: los temas al entorno ante los que yo había tratado siempre: Amor, Tiempo y Muerte. No necesitaba nada mas para cantar a la vida”.
La diferencia esencial con el poeta catalán está en que el mito no justifica las temáticas primeras a las que le sirve una poética, sino directamente en el tratamiento del mito de la creación. En Bojórquez, es un tema para la denuncia de un crimen de estado. Los hechos que evoca el poeta son graves, los ocurridos entre el 26 y 27 de septiembre del 2014. La siniestra desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa. Los hechos son concretos y tangibles y abarca un conflicto que viene de lejos y que pone en relevancia el nepotismo del poder y la corrupción. El poema de Bojórquez, es lo que llamaríamos un poema río, dividido en cuarenta y tres poemas numerados, hay dos acciones que se entremezclan, por un lado la crónica del mito fundacional de Quetzalcóatl, al utilizar el diálogo del dios con su nahual, es decir, su “alter ego”, y así mostrar los hechos de lo que está pasando, en la actualidad, los sacrificios se mezclan y confunden.
El mito se funde con la acción de los estudiantes, con los impactos de hechos tan contundentes que parecen irreales, un descenso hacia el infierno del dolor, la muerte y la injusticia. Los rituales chamánicos que trazan la línea de la muerte y la resurrección, se mezclan con los hechos tangibles del crimen y el abuso del poder. La ausencia de sentido de justicia desde los valores humanos, queda sin resolver.
Bojórquez trata una poética dura, no exenta de una trágica ironía. Traza, a veces con toques mágicos y alucinantes, a veces, con una dura mirada a la sordidez del abuso del poder. Mito y realidad se funden en el alma mexicana, con un personalísimo tratamiento. Probablemente uno de los textos poéticos más conmovedores de los últimos tiempos.
En la segunda parte “Cuaderno de perdedores” entramos en un mundo más introspectivo, Bojórquez trata fascinado el amor, la dualidad que adquiere la identidad del poeta, el magnetismo y lucha interna por mantenerse despierto. Bojórquez tiene una gran capacidad de asumir el fragor báquico con toda su complejidad como una sinfonía de voces que ensalzan el acto amoroso en un ritual, me atrevo a decir, panteista.
Los poemas de esta parte tienen una cadencia más personal, el autor se desnuda ante la amada y ante si mismo. El desazón del poeta adquiere momentos líricos de gran belleza, concluye “Cómo llenar tu soledad, no hay modo/ Si eres tu soledad, en ella brillas/ Y toda tu alegría es tu tristeza.” En el desnudamiento de Bojórquez, hay poemas de gran calado lírico:“De Abelardo a Eloísa”, “Naufragio de Gláphiras” y el espléndido y concluyente “Coda” que vuelve a la forma esencial de Quetzalcóatl y la suma de sus identidades: “Y aquél también/ Que no supo de si/ que se perdió en abismos/ en disputas inútiles- que pudieron su corazón- Y afilaron su lengua” Una lengua que se proyecta en su desmembramiento previo a una nueva metamorfosis “el mismo hueso ya/ Mondo e incorruptible”.
Las dos partes o dimensiones del libro evidencían un poeta rico en matices, con una espiritualidad compleja y comprometido socialmente. Bojórquez, bajo mi punto de vista es uno de los grandes visionarios de la poesía contemporanea.
Jordi Valls
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